miércoles, 18 de junio de 2008

Un oficio imposible

Rojo, casi todo es de color rojo, eso sí, los matices en negro no faltan, la cinta métrica que cae sobre el cuello seco y prolongado, es dorada, el hilo tiene un color blanco extraño; muy tenso, engarzado entre las dos ruedas de la vieja maquina de coser, se desgasta dibujando una filigrana.
Una mujer joven de aire lejano, sobrada de carne, con gesto dócil, media sonrisa, serena, concentrada en su tarea, sujeta con dos diminutas manecitas algo partido en dos, no deja de pespuntear sobre él.
Al fondo de la habitación otra mujer con la cara medio cubierta por un sombrero, espera que termine la faena. Está inmóvil. Vestida de negro. Las manos sobre las rodillas. Parece impaciente por recogerlo. El traqueteo es ensordecedor, puntada tras puntada se va recomponiendo... ¿o quizás no?
Sobre la pared hay varias bobinas de telas, parecen de colores, aunque hoy todo es rojo. No se distingue bien.
Una lamparilla ilumina con timidez la estancia, desde luego hay más ruido que luz.
Siempre había querido dedicarse a su oficio. Era mujer, y estaba haciendo justo lo que quería. Quizás en otra época no lo hubieran permitido, pero después de una guerra, todos estaban demasiado cansados para ocuparse de un oficio clandestino.
Es remendadora. Normalmente se dedica a los trapos, pero también hace encargos especiales, aunque tenga que hacerlos a deshoras.
Empezó desde muy pequeña, lo mantuvo oculto mucho tiempo, pero ya no se esconde, solo trabaja cuando nadie la ve.
Vive en una zona de fábricas, algunas han empezado a trabajar de nuevo, otras necesitaran un tiempo para volver a funcionar, su taller está entre una conservera y un taller de reparaciones . Es un local que había servido para el almacenaje de ropa militar, lo encontró derruido. Ella lo hizo habitable. Ahora es su casa y su taller. Tiene mucha faena y la mujer sigue esperando con las manos entre las rodillas. Se le rompió , ella intenta arreglarlo.





Este es el relato que le escribí a un cuadro que me impactó cuando lo vi en una fotografía de la revista literaria "Litoral". Busqué a su autor( Carlos Lainez) la impresión fue mucho mayor cuando descubrí que se trataba de una de las pinturas de una serie que tenia por título " Los Oficios Imposibles", me encanto el titulo y los cuadros - que vi recopilados en un libro que me regalaron por mi cumpleaños - . Es una de las cosas que más me gustaría del mundo, ver esa exposición, aunque ya no se pueda. No soy entendida en arte, solo sé que yo me identifico con esos cuadros que representan oficios que no existen, pero deberían, al menos lo pienso así. El cuadro en cuestión se llama " La remendadora de corazones" y creo que necesitamos una más a menudo de lo que queremos admitir.

4 comentarios:

Agata dijo...

Un placer leer cosas como estas.Yo ví la exposición en Jerez,o parte de ella.Conozco a su autor.Es brillante y un chico fabuloso.Tengo el libro,por supuesto.Y lo suelo regalar.Me cautivó el mismo cuadro que a tí.Ese oficio de remendadora de corazones me gusta.Y el cuadro,a unos escasos metros,te impacta mucho.Un beso.Hace pocos días,mi compañero de blog,habló de dicho libro:http://tranquilohombre.blogspot.com/2008/06/oficios-imposibles.html

Anónimo dijo...

Mi amiga Agata me avisó de esta entrada... El cuadro al que te refieres es realmente hermoso. Sí.

Me gustaría señalar que "Los Oficios Imposibles" es fruto de dos mentes brillantes, una es la de Carlos Laínez, la otra la de Josefa Parra, magnífica poetisa jerezana. Tengo la suerte de conocerlos a los dos, a Carlos desde que nací, es mi hermano mayor...

Recuerdo el día que Carlos me dijo que iba a trabajar en un proyecto común con Pepa, estaban los dos muy ilusionados. Cuando hay magia salen estas maravillas... Fue tan bien el experimento que se unieron de nuevo en otra aventura: "Ejercicios de Mitología", una original revisión de los mitos griegos. Otro bombón.

Saludos y felicidades por el relato.

isabel dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios, he de decir que estos cuadros han sido una de las sorpresas más agradables de mi vida por sentirme no sólo atraida si no identificada con los cuadros, los textos de Josefa Parra también magníficos y el resultado de esta realidad evidentmente también.

Anónimo dijo...

Hola, muy interesante el post, felicitaciones desde Mexico!