viernes, 25 de julio de 2008

A Lope de Vega

Si Marta de Nevares hubiera alumbrado
tus ojos, la dulce sonrisa de ella, enajenada,
hubiera impedido los dolores de lo acordado,
el olor de la música a la interperie; nada

se habría representado ajeno a lo imaginado;
el sabor de las quehaceres sería una mañana
devanada por los círculos, rima imperfecta
que cree en los ideales de un ruin soldado.

Mujer, demuestra tu dulce ímpetu sola,
arrastra tu ceguera con viento ajeno
imagina a los dulces sin el engañoso futuro;

descubre en ese viejo amor -por inseguro-
al lívido revolcón, al triste heno,
a la sotana,al temor de la antigua bola.

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