viernes, 19 de febrero de 2010

Este invierno que no tiene fin

Comienza a hacer frío otra vez
y nos escondemos en el más allá;
por primera vez, vemos los brotes
arrastrándose por el suelo,
y pensamos en el bien ajeno.

Es inaudible el paisaje, inaudible
es el sonido del agua; de los instintos,
no nos queda nada más que el arrojo.

E intentamos por última vez alcanzar la cima,
vemos a la gente cansada de fingir,
inúltimente desembocar en el destino.

Entonces, pensamos en los no-amigos,
y mostramos alegría de huir ya hace tiempo
de la locura.

Procuramos, sin que naufraguen , soñar
junto a los dóciles y admirables bajeles,
aquellos que nos lleven allá lejos,
donde el límite sea sólo una consumación.

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